domingo, 16 de noviembre de 2008

LUZ DE OTOÑO


Estaba el escritor en un frío país de centroeuropa y trató de aprehender la luz, los dorados, los ocres, los amarillos, la luz clara de las mañanas frías. El escritor quería coger la luz, la claridad fría, y se acordaba de él mismo cuando era lector.
Recordaba aquellas aventuras que leyó una vez, las que se situaban en la ciudad de Breda, "Era aquel sol un astro invisible, frío, calvinista y hereje, sin duda indigno de su nombre: una luz sucia, gris, entre la que..."
Sin embargo, aquella luz ni era sucia ni era gris, era clara y los dorados llamaban la atención, porque la verdad, brillar era bien difícil.
Estaba de acuerdo con aquel otro escritor en que era un sol que no calentaba, solo iluminaba.